Vendida hace 18 años como un ícono a la altura de la Torre Eifel de Paris, la estatua de la Libertad de Nueva York o el Cristo Redentor de Brasil, la denominada megaescultura de Chetumal ha abierto sus puertas.
La obra que ha costado 275.5 millones de pesos, durante cuatro administraciones estatales, es bautizada por los quintanarroenses como el “monumento a la corrupción”.
La puesta a disposición de los habitantes de la capital de Quintana Roo ocurre a solos unos días de que el gobernador Carlos Joaquín González concluya su periodo que ha denominado como el “gobierno del cambio”.
Solo un día después de su sexto y último informe, donde fue duramente cuestionado por la inseguridad, el mandatario cortó el listón inaugural del sitio. Todo el fin de semana se programaron actividades con la intención de atraer a los chetumaleños.
Historia de la megaescultura de Chetumal
La historia de la megaescultura, que fue ofrecida incluso como sede de la Secretaría de Turismo Federal, se remonta al año 2003.
Ese año, el gobierno de Joaquín Hendricks Díaz, destinó 120 millones de pesos para el proyecto del escultor “Sebastián”. Los registros históricos financieros del gobierno señalan que al menos 80 millones fueron para el artista. Al dejar el cargo en 2005, la obra quedó inconclusa.
Sin embargo, durante la gestión de Félix González Canto se destinaron otros 34 millones de pesos, al menos es lo que se confirmó de manera oficial. Durante ese gobierno, la asociación civil Prodesarrollo Integral de Chetumal, creada para la megaescultura reportó donaciones por 21.4 millones de pesos.
Pese a ello, el sitio continuó en obra negra. Fue con Roberto Borge Angulo cuando se le inyectó otros 100 millones de pesos. Aunque estéticamente la estructura fue cubierta tampoco pudo entrar en operaciones.
La última inversión realizada por el gobierno de Quintana Roo, ahora con Carlos Joaquín González, es por el orden de 20.5 millones de pesos.
Sin embargo, aunque ya está abierto al público, el lugar no cuenta con un elevador porque la empresa contratada para instalar el sistema concluyó que la estructura construida para soportar el equipo no era el adecuado, por lo que implicaba riesgos de seguridad.